APUNTES SOBRE LA OBRA DE SOID PASTRANA -Guillermo Fadanelli-


Mitos de la realidad
Apuntes sobre la obra de Soid Pastrana
Guillermo Fadanelli

¿Qué clase de mito es la realidad? ¿Acaso podemos estar seguros de que sabemos algo acerca de lo que nuestros ojos miran? Tenemos pruebas de que nuestro temperamento modifica el mundo: las cosas se transforman al ritmo de nuestro ánimo. Además, estamos ciertos de que dos miradas diferentes nunca recorrerán idénticos senderos. Y sin embargo, constantemente coincidimos con los otros en nuestros juicios acerca de algo que llamamos realidad. “Las cosas son así y punto”, decimos. No duraría en afirmar que entre más seguridad tiene un hombre con respecto a la consistencia del mundo exterior, más temores cultiva acerca del mismo. A pesar de ello, guardamos una esperanza: la de la realidad posea un orden o –si se quiere- una naturaleza cuyas claves estamos tentados a comprender, a descubrir.
“Quienes lo comprenden –dice Isaiah Berlin- son sabios; los que no lo son vagan en la obscuridad”. ¿Es posible verdaderamente abandonar la obscuridad? ¿Existe? Es ésta la primera pregunta que me hice con respecto a la obra del pintor juchiteco Soid Pastrana. Me pregunté si ese conjunto de símbolos pictóricos que encontramos en sus cuadros son la clave de una iluminación. Soid toma de su experiencia algunas formas comunes para transformarlas en mito. Nos permite entrar a un universo donde tantos animales como las plantas pierden su cualidad científica, taxonómica. Son transfiguraciones de un mundo que conocemos no sólo a partir de nuestra experiencia, sino a través de una mirada que se parta del tiempo cuantificable.
En los cuadros de Soid hallamos objetos, seres, símbolos que no obstante su naturaleza subjetiva nos parecen familiares. Borges refiere en su libro de los seres imaginarios que el zorro chino vive cerca de mil años. Le basta además a este animal golpear la tierra con su cola para provocar incendios.
Borges nos explica que estos atributos no son enumerados por la zoología común sino por la fantástica. ¿A qué realidad pertenecen estos monos, aves, machos cabríos, que nos observan desde su colorido mutismo? Uno estaría tentado a decir que la finalidad de Soid no es una elaboración de un mito.
Se trata sencillamente la descripción de su tierra. Los vientos de octubre en el Istmo trastocan los colores, las formas, el peso de los cuerpos. Sólo hay que ser sensibles a estos cambios. En este caso, el pintor toma para sí el papel de vidente: nos muestra no cómo es sino cómo puede ser el mundo visto por sus ojos sin prejuicios. En palabras de Paul Klee: ¿Qué artista no querría habitar en el seno de la naturaleza, en el fondo primitivo de la creación, donde se halla la clave secreta el todo?” Sería un contrasentido detenerse en una reflexión acerca de los colores de la pintura de Pastrana sin intentar una recreación lúdica.
Los colores jamás expresan nada por sí mismos. Requieren de una emoción que les otorgue sentido. Soid Pastrana encuentra los hilos de su lenguaje más en el color que en la materia. Jamás permite que la luz transforme sus telas en incendios devastadores. Busca el color nunca en sus extremos sino en el centro, en el equilibrio, en la mesura que también es alegría.
No encontramos en la pintura de Soid los pormenores de una historia lineal. Sólo están los actores presentes en una obra sin comienzo ni fin. Ellos nos miran desde esos ojos aparentemente ensimismados. Podría decir que nos observan con cierta extrañeza. A nosotros, que estamos siempre dispuestos a interpretar, encontrar verdades donde sólo es posible apreciar los rasgos de una realidad inaprensible. ¿Cómo se descubren los símbolos de una naturaleza mítica? Jamás analizando. Acaso situándose en el centro de esa naturaleza con el fin de hacerla nuestra. Apropiarse de aquello que nuestra mirada descubre sería la única manera de otorgarle sentido a lo otro, a lo extraño. Soid pone marcas a sus cuadros sin propósitos evidentes: un rombo, un círculo cortado por dos líneas, un colmenar que se transmuta en un animal vivo. ¿Tienen un significado? Al menos yo no me arriesgaría a sugerirlo. Aunque quizás una función: la de apropiarse de una mundo que nos propone límites infranqueable: marcar ese mundo con los objetos de nuestra imaginación, volverlo terreno. ¿Y los títulos? Memorial del mar de San Vicente, El secreto del carnicero, A los pies de los vientos de octubre. No sólo nos invitan a pensar que las realidades oníricas pueden ser nombradas, capturadas momentáneamente, reveladas, sino que nos dejan constancia del gusto poético del pintor.
Un amante de las palabras a las que no quiere desligar de las formas y colores: un artista generoso dispuesto a escuchar, a ver, a leer.

2 comentarios:

  1. Orale! Fadanelli...
    Que chingón, Saludos Soid!

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  2. De que estas hablando cuate? Ni tu mismo te entiendes, me cae.

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